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sábado, 12 de marzo de 2022

Lección 62, Octavo Grado, Tercera Orden

 "La Actitud"


-Su crucial importancia en el proceso iniciático-


En la mayoría de las ocasiones, todos, hablamos inconscientemente, de la Iniciación, como si fuese algo que dependiese de nosotros, nuestra Personalidad, y esto no es así. 


La Personalidad, por mucho que se lo repita ella, a sí misma, nada puede hacer al respecto, pues eso es algo que compete, de forma exclusiva, al Espíritu Santo, Christos, que mora dentro de todos nosotros. 


Por lo tanto, cuando se habla de estas cosas, siendo la Personalidad la que lo hace porque no hay otra manera, es una mera forma de hablar; en realidad, nada depende de nosotros, salvo una cosita de vital importancia: "La Actitud"


Si la Personalidad no desea ser salvada; es decir preservada su Consciencia y Memoria, el Espíritu, a pesar de su inmenso Poder, nada puede hacer al respecto pues él no puede inferir en el libre albedrío de la Persona. Ese Deseo sincero es la Actitud.


La Actitud, por decirlo así, es el profundo deseo de la Personalidad de sobrevivir a la existencia de su Cuerpo material y, por lo tanto, mortal. Si no existe esa actitud, el Espíritu no puede nacer en ella para poder rescatarla de la mortalidad.


Ese profundo deseo de entregarse al Espíritu, con el fin de no perecer, es conocido por la religiones como "Acto de Constrición". Este acto interior, para entendernos, es un sufrimiento profundo que se produce en el Alma de la Personalidad. 


Se nos ha contado que la contrición es el resultado del arrepentimiento de nuestros pecados; pero puede suceder que los términos "arrepentimiento" y "pecado", no resulten significar, exactamente, aquello que nos han contado.


¿De que habría que arrepentirse si no tenemos recuerdo alguno de nuestro ancestral pasado?


¿Que es el Pecado?, sino una suerte de Enfermedad desconocida que hubiese que sanar. Exacto, eso es.


Eso que la Iglesia denomina como arrepentimiento para hacernos sentir culpable por cualquier cosa y así tenernos acomplejados y sometidos, en modo alguno es "sentirnos culpable por un terrible error que no somos capaces de recordar". 


En realidad el arrepentimiento es el reconocimiento, consciente, por parte de la Personalidad de que ella no posee capacidad alguna de poder preservarse, a sí misma, para la Eternidad.


Esa es la Actitud de la que venimos hablando y que está constituida de varias partes, dos concretamente.


Por un lado, tenemos el "Arrepentimiento" o reconocimiento de nuestra impotencia e incapacidad para salvarnos por nosotros mismos. En ese sentido, también se trata de reconocer el error, "pecado, de nuestra arrogancia" por creer que podemos alcanzar el Cielo, regreso al Hogar Celestial,  y la inmortalidad por nuestros medios. 


Sí, podríamos afirmar que la arrogancia de la Personalidad es el Pecado Original del que nos hablan las religiones. Un Pecado original que, debido a la condición libre de decisión de la Personalidad, impide que el Espíritu pueda intervenir en su Salvación. En ese sentido, el arrepentimiento es una condición imprescindible para que el proceso iniciático de la Salvación tenga lugar; pero no sirve solo con eso.


La Personalidad, puede, como producto mental que es, reconocer el hecho de su incapacidad para salvarse por sí misma e incluso de reconocer la arrogancia que impide que el Espíritu pueda intervenir en el proceso Salvador. Puede ser consciente de todo ello; pero si ese sentimiento, al que hemos venido a denominar como arrepentimiento, no es sincero, no se siente valga la redundancia, no puede resultar efectivo y ahí es donde entra esa segunda parte de la Actitud de la Personalidad ante el Proceso Iniciático, la Contrición de la que venimos hablando.


La Contrición es un proceso de desgarramiento interior. Un verdadero sufrimiento interior que hace que las corazas emocional y mental se fisuren, se rasguen. Literalmente, se rompan permitiendo que la Luz de la Gnósis, procedente de los centros estelares y galácticos que conectan con nuestro Hogar Original, el Pleroma, penetre hasta las entrañas más profundas de nuestro ADN, también sede de la Personalidad. 


Esa Luz divina posee una frecuencia de resonancia que concuerda, a la perfección; es decir está en sintonía con el Ser Espiritual, léase Cristo, que mora en nuestro interior y ese contacto, entre el viento espiritual externo y el capullo de rosa espiritual interno hace que el Niño Dios nazca literalmente en nosotros y simbólicamente en nuestro Corazones, confirmando esa Rosa del Corazón simbólica. 


Así, con ese pequeño pero crucial paso, la "Actitud", se ha dado inicio al verdadero proceso Iniciático conocido, por los rosacruces, como "Christificación" y que conducirá, indefectiblemente, a la "Transfiguración". La Transfiguración es el resultado final del proceso de Christificación y donde la Personalidad, mediante su sacrificio voluntario, su actitud, ha sido fagocitada para que con su progresiva desaparición se produzca el crecimiento del Hombre Nuevo y cuya verdadera naturaleza ya no es carnal, de éste Mundo, síno plenamente espiritual y procedente del Pleroma.


Ese largo proceso, que en realidad dura toda nuestra existencia material, no podría se posible sin esa actitud previa de la Personalidad. Fijaos lo importante que es la Personalidad en el proceso iniciático que, sin ella, sin su actitud o consentimiento, el proceso de Salvación; es decir, la Christificación y Transfiguración resultarían absolutamente imposibles.


Recuerda:


Arrepentimiento: 


Reconocimiento de nuestra incapacidad, arrogancia de, por nuestros propios medios, realizar el proceso Salvador de Iniciación que nos conduzca al contacto con Christo, nuestro Maestro Interno.


Acto de Contrición:


Sentimiento profundo y sincero de impotencia que confirma que nuestro reconocimiento de incapacidad o arrepentimiento, es sincero, lo que produce ese desgarro del Alma que permite que la Luz procedente del Mundo Original penetre en lo más profundo de nuestro interior despertando al Eterno Durmiente y así, en la Gruta de nuestro Interior, nace el Niño Dios o Christo que, a la postre, será el Salvador nuestro, el rescatador de nuestra Personalidad con su Consciencia y sus plenos recuerdos.


¿Tienes tú esa actitud?. Si es así, enhorabuena pues te encuentras en el Camino Correcto que conduce a la salvación de tu Alma.


Aralba R+C