viernes, 7 de enero de 2022

Lección 41, Octavo Grado, Tercera Orden

 "¿Qué es el Bautismo"


El Bautismo tal y como lo conocemos, al igual que cualquier otro ritual o sacramento, no deja de ser otra cosa que un reflejo testimonial de algo que sucede o sucederá en el Plano Espiritual. Como todo símbolo es posible, o no, que el acto ritualístico sea simultáneo al hecho espiritual. Generalmente no lo es.


"11 Yo a la verdad (Dice Juan el Bautista) os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí (Cristo), cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará."

(Mateo 3:11-17)


El espíritu es representado por el elemento plasmático del fuego y éste es un símbolo que se repite en diferentes lugares del Nuevo Testamento. En tanto que el Ritual del Bautismo, por agua, es un hecho físico testimonial; el Acto espiritual, propiamente dicho, que se testimonia es el Bautismo de Fuego del Espíritu Santo. Por otro lado, en tanto que testimonio ante los profanos, es natural considerar que el Bautismo, de agua, que conocemos se realice con personas adultas que poseen la capacidad de testimoniar aquello que están representando cuando un Sacerdote o Pastor los bautiza por inmersión tal y como está relatado en el Nuevo Testamento.


El Bautismo de los recién nacidos, sin capacidad de poder decidir, es una invención de la Iglesia del Imperio y que no posee correspondencia con lo reflejado en las sagradas escrituras. Éste afán por bautizar a los infantes, infundiendo miedo en los padres acerca del futuro de sus hijos, es una Doctrina perversa e infundada que solo persigue atar, mágicamente, a la nueva Criatura a la Iglesia de la que son acólitos sus progenitores y una disciplinada obediencia por parte de estos. 


En realidad es eso lo que se persigue; pero lo cierto es que solo supone un valor numérico a la hora de determinar, frente al Estado, el continuo crecimiento del número de miembros dentro de la Iglesia. Número que, por otro lado, a nivel espiritual es absolutamente irrelevante, en tanto que Todo es Uno y nada se puede perder.


"Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios."

(Juan 3:5)


Los seres humanos, como vemos en éste pasaje de Juan, nacemos dos veces, una cuando salimos del vientre de nuestra Madre tras soltar aguas; es decir, el nacimiento en el Plano Físico, convirtiéndonos en hijos del Hombre, y que podría considerarse como la Iniciación del Espíritu para vivir en éste Plano material mediante un cuerpo, y un segundo nacimiento, tras recibir el fuego del Espíritu Santo, donde la naturaleza material de la personalidad se rinde ante el poder purificador del Espíritu de Dios, Cristo, lo que nos convierte en Hermanos por la unción de Cristo y, por lo tanto, ahora sí, en hijos conscientes de Dios Padre, en tanto que siempre lo fuimos; pero no éramos conscientes de ello.


"1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen."

(Hechos 2:1-4)


Durante todo nuestro Trabajo gnóstico venimos reiterando que la interpretación de las Sagradas Escrituras debe de hacerse de forma simbólica y, casi nunca, de forma literal, salvo que queramos pasar un agradable rato con la lectura de relatos fantásticos.


En éste pasaje de los Hechos de los apóstoles se nos está indicando que el Espíritu se encuentra permeando todo el Universo, también la Atmósfera terrestre donde se producen los fenómenos meteorológicos; pero esa energía espiritual, representada por el fuego purificador, posee una íntima correspondencia con cada uno de los seres que poblamos éste Planeta. Ahora bien, esa luz, ese fuego se encuentra latente en todos nosotros; es decir, existe pero no está activo o, al menos no, a plena potencia.


Estamos ante la presencia de un relato simbólico donde se nos muestra el nacimiento espiritual o iniciación, simultánea, en Cristo, de diversos apóstoles de Jesús. 


Se está produciendo su verdadero Bautismo de fuego, entendiéndose, con ello, que el bautismo testimonial mediante inmersión en el agua, recordando ese nacimiento biológico de nuestras madres, ya se había producido mucho tiempo atrás en el tiempo; dado que Jesús no tardaba mucho en realizar dicho ritual con sus seguidores. 


Esto demuestra lo natural que puede ser la no simultaneidad entre el bautismo testimonial por agua y el efectivo, espiritual, de fuego. Pero es que además estamos obligados a indicar que el Bautismo de fuego se podrá llevar a cabo aunque el Bautismo testimonial del agua no se haya producido, en tanto que el verdadero nacimiento del agua se produjo en el mismo instante del nacimiento biológico.


Para finalizar, resumiremos que el bautismo por agua es una representación simbólica y testimonial del hecho de que deberemos de nacer de nuevo; ahora bien, ese hecho no tiene por qué ser simultáneo al hecho efectivo de la Iniciación sino que se trata de algo individual y muy personal, que el Individuo debe de enfrentar en la más completa soledad.


El hecho de hablar en lenguas es la constatación simbólica de que, tras la Iniciación, es el Ser Espiritual quien se expresa mediante la Personalidad. De hecho, es el mismo Dios y a quien también denominamos como Cristo quien ahora gobierna el Cuerpo, también su lengua.


El Bautismo del Espíritu Santo es un hecho real; pero que se produce en los planos invisibles y se corresponde con la aceptación, con humildad, por parte de la Personalidad, de que ella no es nadie y tiene que subyugarse al Poder de un Ser, Espíritu, infinitamente mayor y que vive en su interior. 


Ese Espíritu Santo no es otro que Cristo, la parte divina latente que nos acompaña, a nosotros en tanto que personalidades, desde la cuna a la tumba.


Por lo tanto, el Bautismo por inmersión de agua, tal y como está relatado en el Nuevo Testamento, es un hecho testimonial que representa, simbólicamente, un hecho real que se produce o se ha de producir en el Plano Espiritual; pero cuando se habla de nacer de nuevo o nacer del agua y del espíritu, lo que se nos dice es que para que se produzca el Bautismo de Fuego, primero se ha debido de nacer del agua; es decir haber nacido para el Mundo mediante una mujer y segundo, haberse producido. el despertar espiritual que los cristianos conocemos como el Bautismo del Espíritu Santo, esa rendición de la Personalidad y su traspaso de poderes a Cristo nuestro Señor.


En éste sentido, ese nacer del agua no significa haber sido bautizado por inmersión en el agua. Esto es importante de ser tenido en cuenta con el fin de  eliminar el miedo que poseen muchos padres a que sus hijos estén en peligro de perdición por no haber sido bautizados con agua por un Sacerdote. 


Repetimos, solo se trata de un símbolo para dar testimonio de que, externamente al menos, se ha aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador. El Bautismo efectivo solo puede ser llevado a cabo por un adulto con capacidad de razonar y de decidir por sí mismo y en soledad consigo mismo y el Creador.


El Bautismo de infantes es una necedad, ideada con muy mala fe, que no posee correspondencia con algún pasaje bíblico ni, por lo tanto, con alguna enseñanza de Jesús, tanto de las denominadas canónicas como apócrifas.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C