miércoles, 29 de diciembre de 2021

Lección 39, Octavo Grado, Tercera Orden

 "La Salvación no es cuestión de creencias"


-O, también, del por qué un incrédulo no tiene por qué ser un Ateo-


Nuestros lectores conocen que en éste Colegio hilamos extraordinariamente fino, hasta el punto de bordear el escepticismo más impío; pero una y otra vez, intentamos dejar claro que se trata de una estrategia para enfrentarnos con la Verdad. En éste Lugar, no entramos a debatir si la Real Academia de la Lengua tiene o no razón, o si dice esto o aquello y no lo otro. Tratamos de mostrar que cada palabra y cada oración tienen su propia Alma.


En lecciones anteriores vimos que creer y tener fe no son, exactamente la misma cosa. Recordad que dijimos que ceer en algo es aceptar como válido algo que nos han contado; pero de lo que no tenemos evidencia de que sea cierto o lo contrario. Se habla, de forma incorrecta, de fe ciega cuando alguien cree algo y lo toma por una verdad absoluta sin algún tipo de cuestionamiento objetivo o subjetivo.


Para tener Fe, hay que tener una certeza o convicción previas; es decir un Conocimiento de primera mano. Se tiene Fe en que algo sucederá o algo es porque conocemos de la existencia de esa cosa y las normas o leyes naturales por lo que se va a comportar de una manera determinada y no de otra.


Creer en algo tiene exactamente el mismo valor que no creer en ese algo; es decir, ninguno. Las creencias se mueven en un ámbito tan inestable como la cuerda de un equilibrista; es decir, quienes creen en algo, mañana pueden dejar de creer y pasar a creer en otra cosa tan frágil como la anterior.


La Fe, al estar basada en el Conocimiento Interior, que hemos dado en denominar como Gnósis, es algo infinitamente más consistente y fiable. Quienes creen en algo, independientemente de que fuera cierto o no, se podrán ensalzar en interminables discusiones bizantinas que, raramente, llevan a algún lugar. Aquellos que poseen Fe no tienen necesidad de discutir pues conocen la Verdad de la Cosa. En todo caso, si lo considera necesario o se lo preguntan, dará alguna escueta explicación, a modo de clave o llave, para que sus interlocutores saquen sus propias conclusiones y decidan, por sí mismos, si eso es cierto o no, independientemente de que lo sea o deje de serlo.


En general, en cualquier parte, la Fe y el Creer están catalogados como términos sinónimos; pero estamos viendo que ésto no es así. Quienes creen o dejan de creer son arrastrados por aquellos líderes que propagan dichas creencias o increemcia. Quienes tienen Fe no siguen a nadie salvo a Cristo, su voz interior y que se manifiesta como intuición o consciencia. Quienes no tengan consciencia ni intuición, definitivamente, no son humanos.


La Salvación, en el sentido con el que aquí tratamos a dicho vocablo, es una suerte de rescate de nuestra condición de prisioneros y esclavos. Esa Salvación solo puede venir de Cristo. Cristo es nuestro Verdadero Ser Interno; por lo tanto, podemos decir acertadamente que la Fe en Cristo, nuestro Señor, es la única fuente de Salvación; pero hablemos claramente, con el fin de que no exista algún atisbo de duda. Cristo no es Jesús como no lo son ni Pedro ni Juan ni María. A Cristo no se lo puede señalar y decir, Miren está ahí, porque a cualquier lugar que señalemos allí estará Cristo, pues Cristo está en todas las cosas y también en nosotros.


Es Cristo el Señor, nuestro Dios, quien puede rescatarnos de la actual situación de ignorancia y esclavitud, si se tiene verdadera Fe, no el mero creer en una Persona, en un Santo o en una Virgen y cualesquiera de las múltiples imágenes que, idolátricamente, son veneradas.


Para llegar a la Fe, primero hay que pasar por la iluminación y ésta Iluminación no consiste en decir "Yo creo en Jesús y lo acepto en el Corazón como mi Salvador Personal". Eso son frases vacías que solo denota que se ha aceptado una determinada Creencia como si fuese, que no lo es, algo surgido de nuestro interior. Así, los creyentes son fácilmente manipulables si se consigue que acepten determinadas sentencias oratorias como si fueran suyas propias. Una Persona con verdadera Fe, nunca creerá o dejará de creer, pues el único que determinará que una cosa sea o no cierta es su Voz Interior, su Consciencia, su Maestro Interior; en definitiva, Cristo, el cual nunca dejó de estar fuera de su interior.


Ahora bién ¿Quien se puede salvar por tener Fe en Cristo el Señor?, acaso ¿El propio Ser que vive en la Cosa denominada Ser Humano?, no, en tanto que ese Ser es el Espíritu, Cristo, y Cristo no puede ser al mismo tiempo el salvado y el Salvador. Siempre lo has sabido, el Alma; pero ¿Qué cosa es el Alma?


De esto también hemos hablado con profusión, porque el Alma tampoco es exactamente la misma cosa que el Espíritu y, por lo tanto, tampoco es Cristo. El Alma es parte Espíritu y parte Materia, siendo el asiento de tú ya sabes qué ¡La Personalidad!. Ésta en principio, de no producirse la transmutación o transfiguración, es mortal de necesidad y es por ello que se dice "El Alma que pecare morirá", simplemente se esfumará si no es rescatada, salvada.


La Fé está fundamentada en la Gnósis, nuestro Conocimiento Divino Interior, la cual incluye a la Sabiduría y que no deja de ser un Conocimiento fundamentado. Por lo tanto tenemos que la conjunción de Fé más Sabiduría conforman aquello que denominamos como Gnósis, el Conocimiento de Dios, es decir de Cristo, procedente de nosotros mismos.


Una parte del Alma es imperecedera pues está constituida de Espíritu puro; pero la otra está formada por materiales no tan nobles pertenecientes a los mundo del Pensamiento Concreto, del Mundo de los Deseos o Astral, del Mundo Etérico Vital y del Mundo Etérico Densificado, el Mundo material propiamente dicho.


Si en algún instante acaeciera el fallecimiento del Cuerpo material sin haberse producido, primero la Iluminación y después la transfiguración, tanto la memoria como la consciencia de la propia Personalidad, desaparecería para siempre, porque una de las consecuencias de la Transfiguración o Nacer de Nuevo, es el trasvase íntegro, tanto de la Consciencia como de la Memoria de la Personalidad del Alma Mortal con todas sus experiencias, al Alma Inmortal y que es la única que, en cualquier circunstancia, es recuperada por el Espíritu, dado que es consustancial consigo mismo.


Es de extrema importancia el que todos conozcamos, de forma íntegra, cómo funciona todo el proceso y no está mal repetirlo todas las veces que fuese necesario.


1.- ¿Qué es lo que se Salva o rescata?, El Alma Personalidad 


2.- ¿Qué o quién produce esa salvación o rescate?, Cristo, nuestro Señor Dios.


3.- ¿Como se produce el comienzo del proceso de Salvación?, Mediante la Iluminación y consiguiente Fe, no creer, en Cristo nuestro Señor.


4.- ¿De donde procede la Iluminación y qué contiene?, La Iluminación contiene la Gnósis procedente de Cristo Nuestro Señor, desde dentro.


5.- ¿Qué cosa desencadena el Proceso de Iluminación, previo a la Transfiguración?, El contacto de nuestro Latente Ser Interior con la radiación electromagnética, de despertar, que permea todo el Universo, procedente del Pleroma, el exterior de la burbuja que contiene a nuestro Universo.


6.- ¿Cual es la única Entidad que puede propiciar dicho contacto?, Una Personalidad madura y debidamente experimentada.


7.- ¿Como se produce la maduración necesaria de la Personalidad para que permita el contacto entre la radiación exterior procedente del Pleroma y la procedente del interior, donde mora el eterno durmiente, Cristo?, Mediante la experiencia y avatares de la Vida y el reconocimiento de la Personalidad, con humildad, de su incapacidad de continuar con su Destino por sí mismo. Eso debilita la Capa Férrea de la Personalidad, abriendo una grieta por donde puede fluir la radiación que permite sintonizar la exterior con la procedente del Maestro Interior.


Resumiendo: "Es la Fe en Cristo nuestro Señor lo único que puede salvar al Pecador (La Personalidad)"


Aralba Pensator Minister, Frater R+C