lunes, 11 de abril de 2022

Lección 74, Octavo Grado, Tercera Orden

 "De la Santísima Trinidad"


-Horadando en el Misterio-


Hace un tiempo tratamos sobre los casi infinitos atributos de Dios; es decir, del Pleroma. Y aunque resultase herético dijimos que existen tres de esos atributos que son falsos por imposibles, la "Inmutabilidad", la "Omnipotencia" y la "Perfección". La Inmutabilidad, en tanto que Dios, por medio de su Creación, se encuentra en un proceso de Mutación o Cambio permanente. La Omnipotencia tampoco es un atributo aceptable en tanto que Dios no es Perfecto, porque está sumido en un permanente cambio y al no poder contradecirse a sí mismo tampoco es Omnipotente. Digamos que el propio Dios es la limitación del mismo Dios.


Bien, lo anterior nos costó agrias discusiones con algún Teólogo Católico que sentía que todos sus años de estudio habían quedado en nada, al desmontar de manera tan simple algunos de los misterios que jamás fueron reales misterios, sino invenciones del Hombre con el único fin de manipular al Hombre.


Con el Misterio de la Santísima Trinidad sucede otro tanto de lo mismo, en tanto que lo que denominamos como tres personas distintas, en realidad se trata de cualidades diferenciadas. No, no existe Misterio en tanto que no podemos hablar de un único Dios constituido de tres personas diferentes. Eso se trata de una incoherencia filosófica y un atentado contra la lógica y la razón. No nos sirve que se nos diga que se trata de un Misterio inconmensurable o que la minúscula mente del Ser Humano no puede entender la infinita mente de Dios.


Que Dios, el Pleroma Gnóstico, es único es una evidencia de pensamiento en tanto que, como ya sabemos, es lo único que posee verdadera existencia y donde todo lo demás, incluida la creación del Multiverso, está contenida en él y formada por su propia esencia.


Tras la fácil comprensión de la unicidad de Dios, cabe preguntarse el verdadero significado de la Teología de la Santísima Trinidad. 


En tanto que no podemos considerarlas, por incongruencia, como tres personas, que no personalidades, distintas; solo nos queda entender que se trata de tres cualidades diferenciadas; pero que coexisten perfectamente entrelazadas y sin posibilidad de desentrelazarse.


Digamos que Dios Padre, por definición es Dios, el Pleroma; el Hijo, la Esencia que lo conforma, digamos su cuerpo etérico del que toda otra esencia, energía y materia surgen y el Espíritu Santo que no sería otra cosa que la capacidad de Dios Padre y su Esencia el Hijo de transmitir información. Digamos que Dios no podría existir sin esas tres cualidades o características que, aún diferenciadas, forman una unidad absoluta.


El Dios Padre representa lo absoluto, la infinitud, la eternidad y la mayoría de atributos que la Teología le otorga a Dios. Sin Dios Padre, el Huevo Cósmico, no existiría la posibilidad de la existencia y ni tan siquiera de la Consciencia. Sin Dios Padre existiría la Nada, lo cual es una entelequia pues quien esto escribe es algo y de la Nada, por mucho Misterio que se le otorgue, no puede surgir nada y Yo no existiría.


El Hijo digamos que es algo así como el Cuerpo de Dios; es decir, el contenido del infinito huevo cósmico que es Dios, tanto el interior como su membrana. Gracias al Hijo existen las ideas como gérmenes inmateriales; pero también el éter, la energía y la materia en sus infinitas manifestaciones. Sin el Hijo, el Padre, en tanto que Huevo Cósmico no tendría razón de ser pues no solo se encontraría vacío sino que no existiría membrana alguna que pudiera contener ni siquiera el Mundo de las Ideas Arquetípicas. Si Dios Padre es la Mente, podemos decir que el Hijo es la "Materia" de la que está constituida dicha Mente.


Por último tenemos al Espíritu Santo representado por una flama o por una blanca Paloma Mensajera. Digamos que el Espíritu Santo es la Red Neuronal constituida de la esencia etérica del Hijo y que permite que sea posible la Supra consciencia de Dios, el Pleroma. 


El Espíritu Santo es la cualidad de Dios que permite que puedan ser posibles algunos de los atributos de Dios como la Omnisciencia o la Omnipresencia; es decir que Dios, en cualquier instante, sea consciente de lo que sucede en cualquiera de los infinitos puntos de la Red Neuronal multidimensional que lo conforma. Sin el Espíritu Santo no tendrían sentido ni la Gnósis, en tanto que Conocimiento, ni la Metanoia como medio de transmisión; es decir, no existiría modo alguno de que Dios transmitiera sus deseos a cualquier lugar del Huevo Cósmico; es decir, de sí mismo y la Creación no habría sido posible.


El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo conforman al único Dios existente, del mismo modo que el Cuerpo, el Alma y el Espíritu dan forma al Ser Humano y éste no podría existir sin cualquiera de sus cualidades. Los seres humanos somos tanto Cuerpo como Alma y Espíritu, siendo del Espíritu, en tanto que ser temporal, del que emanan primero el Alma y después el Cuerpo. Esto no sucede con Dios, en tanto que es un Ser atemporal e infinito sin principio ni final. Ese Espíritu que da forma a los seres humanos es consustancial con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; es decir, lleva en sí el germen de las tres "personas" divinas, el cual dará lugar a los tres cuerpos del Ser Humano desde el mismo instante de su concepción.


Cuando hablamos del Padre como una suerte de Huevo Cósmico, nos referimos a una estructura multidimensional y atemporal que no ocupa espacio fuera de sí, en tanto que el afuera no existe; pero con la capacidad de dar lugar, en su interior, a células con su membrana espacial y una estructura temporal. 


Del mismo modo sucede con el Hijo y el Espíritu Santo, en tanto que como "Campo de Existencia", toda Partícula de Dios, el Hijo, conlleva su contraparte correspondiente del Padre y también del Espíritu Santo.


Aralba R+C