jueves, 3 de febrero de 2022

Lección 44, Octavo Grado, Tercera Orden

 "Desmontando el Mito de lo sagrada que es la Familia"


"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne."

(Génesis 2:24)


" Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre (Cristo), recibirá cien tantos, y heredará la vida eterna."

(Mateo 19:29)


“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.”

(Lucas 14:26)


¿Cuántas veces hemos escuchado, sobre todo en ámbitos eclesiásticos y familiares, aquello de la Sangre es sagrada?, Y donde la Sangre no es otra cosa que los vínculos familiares. Sí, aquello que nos ata a nuestra Familia natural y en cuyo seno hemos nacido y, generalmente, nos hemos criado. Pues deben de conocer, mis amigos, que todo vínculo es fuente de apego y todo apego nos impide despegar el vuelo que nos permita regresar a nuestro Hogar Celeste junto a Dios nuestro Padre y nuestra verdadera Familia Celestial.


No decimos que tengamos que despreciar y faltar al respeto a nuestros familiares más cercanos; pero es importante no caer en el error de las ataduras familiares que nos impida vivir nuestras vidas y cumplir con nuestro, ese sí, Sagrado, Destino. 


El mandamiento Supremo dice "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al Prójimo como a ti mismo". Nada se dice que debamos de amar más a nuestros familiares cercanos que a cualquier desconocido que se cruce en nuestro camino y que, también, es nuestro prójimo. 


Si ese amor absoluto, procedente de Dios no se diera, sería sinónimo de que se mantienen una serie de vínculos, en éste caso familiares, la sangre, y que no son otra cosa que apegos. Un apego del que, si queremos seguir la Vía de la salvación espiritual, deberemos, en algún momento, desprendernos.


Dios dice que no debemos de faltar al respeto a nuestro padre y a nuestra madre. Nada dice que debamos de amarlos, a ellos, primos y hermanos, más que al resto de nuestros otros hermanos humanos; ese Prójimo al que se refería Jesús.


De hecho, siempre hay que alejarse de la Familia. Si por toxica para que no suframos más de lo posible y si por necesidad, para que podamos llegar a ser libres de apegos para poder decidir, conscientemente, por nosotros mismos. 


Los buenos padres y madres comprenden esto porque se desprendieron de todo atisbo de egoísmo, permitiendo volar a sus hijos del nido familiar. No es buena familia aquella que trata de amarrar a los hijos para que no abandonen sus hogares de origen y puedan fundar el suyo propio, ya sea en soledad o acompañados, cerca o lejos de casa.


Se dice, de forma errónea, que hay que amar, por sobre todas las cosas y primero a la Familia; pero es muy probable que, en determinadas circunstancias, no se pueda descubrir el amor dentro de la familia y haya que encontrarlo fuera. Una vez encontrado el verdadero Amor, no hablamos del Conocimiento carnal, estaremos en condiciones de amar incluso a quienes hemos considerado a nuestros enemigos y, por lo tanto también a los miembros tóxicos de nuestras familias naturales, aquellas en las que hemos venido al mundo, crecido y madurado.


No te hagas convencer por frases enlatadas de personajes famosos y célebres. Por regla general, estos personajes, a pesar de su aparente santidad y solemnidad, no fueron verdaderos iniciados ni, por lo tanto, investidos con la Sabiduría de Cristo nuestro Señor.


Recuerda que lo primero que hay que hacer para Amar es encontrar, dentro de nuestro interior, el Amor de Cristo Dios. Si ese Amor es imposible de encontrar dentro de nuestro entorno familiar habrá que huir de la posible toxicidad y apegos con el fin de encontrarlo en Libertad. Luego, una vez bien hallado, si es nuestro deseo, podremos regresar a él para repartir las dádivas recibidas.


Es un terrible error aferrarse a lo, falsamente, sagrado de la sangre; es decir, de la familia; dado que nuestro verdadero Hogar no es de éste Mundo y los que aquí podamos tener no dejan de ser otra cosa que circunstanciales y a los que, en modo algunos, debamos de apegarnos si no queremos retrasar nuestro Camino de Ascensión.


"SI DE VERDAD QUEREMOS PAZ EN EL MUNDO EMPECEMOS POR AMARNOS UNOS A OTROS EN EL SENO DE NUESTRAS PROPIAS FAMILIAS" (falso)

(Madre Teresa de Calcuta)


Aralba R+C