miércoles, 29 de junio de 2022

Lección 100, Octavo Grado, Tercera Orden

 "La Trinidad Cristiana"


“La fe católica quiere que adoremos la Trinidad en la unidad y la unidad en la Trinidad, sin confundir a las personas y sin separar la substancia divina”      

San Atanasio de Alejandría (296-373 d.C.)


La formulación de un solo Dios en tres personas diferenciadas quedó firmemente establecida, nunca antes del siglo IVdc; siendo esta fórmula, no obstante, la que reclamó el título de dogma trinitario. Con anterioridad, entre los denominados como Padres de la Iglesia, no hubo nada que se asemejara a tal Doctrina eclesiástica.


Fue en el Concilio de Nicea donde se afirmó que el Hijo era consustancial con Dios Padre. Esta acepción fue ampliamente contestada, y la Iglesia, incipiente, pasó por una suerte de sesudos y acalorados debates, hasta que, el principal dogma de Fe del Cristianismo, terminó siendo aprobado en el Concilio de Nicea, Constantinopla, en el 381 d.C.


No obstante, antes de dicho Concilio, toda la atención se había centrado en la relación substancial entre el Padre y el Hijo; pero no se había realizado alguna referencia semejante respecto del Espíritu Santo. Es en éste mismo Concilio donde quedaría de manifiesto que el Espíritu Santo debía de ser adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo, dejando caer que el Espíritu Santo compartía la misma substancia divina del Padre y del Hijo. La doctrina definitiva quedaría ratificada, años después, en el 451dc, durante el Concilio de Calcedonia, Grecia.


Ésta Doctrina principal del Cristianismo quedaría establecida tanto en la Iglesia Católica Romana como en la Bizantina Ortodoxa, siendo heredada, con posterioridad, por la propia Reforma Protestante que hasta muy entrada la Reforma, ninguna Iglesia se atrevió a discutir su Dogma.


Así, hoy en día, sin embargo, se puede decir que existe un Cristianismo trinitario mayoritario y otro que no lo es y constituido por algunas pocas sectas protestantes. El Cristianismo trinitario es el comúnmente aceptado en la Masonería Cristiana, leanse las Sociedades Rosacruces o las Obediencias del Rito Escocés Rectificado. Por otro lado, no vamos a obviar que la Rosacruz también hereda esa visión trinitaria de la Figura de Dios.


No vamos a ser nosotros, no lo pretendemos, quienes ataquemos el cimiento principal del Cristianismo; pero tampoco consentiremos que un Dogma creado por los hombres, para hombres, interfiera con la necesaria razón que permea a todo el Movimiento Rosicruciano. Siendo la Rosacruz plenamente monista, en el sentido de que lo único que existe es Yo Soy; es decir, Dios, la existencia del Trinitarismo es perfectamente explicable mediante lo simbólico de la alegoría. Porque es tan estúpido explicar el razonamiento de la Trinidad como lo es el razonar acerca de la transustanciación del Cuerpo de Dios en una oblea de pan sin levadura.


Para explicar la Trinidad, no nos queda otra que remontarnos a la época, bajo el peso considerable de la Cultura Helénica, en que se produjeron aquellas discusiones. Debemos de entender que la Cultura Romana era básicamente helenística y pagana, en tanto que hasta la introducción del Cristianismo, había existido una visión politeísta de la Deidad, constituida por unas sagas numerosas de deidades; pero cuyo poder y relevancia se concentraba en tres figuras básicas: El Padre, la Madre y el Hijo. Ésta fórmula se ve claramente en el Panteón Egippcio de Osiris (el Padre), Isis (la Madre) y Horus (el Hijo). En el Panteón heleno, que heredarían el los romanos, aún no siendo igual de evidente, queda claro que esa, vamos a denominar Trinidad, queda reflejada en Zeus (el Padre), Hera (la Madre) y Apolo (el Hijo); un Hijo que, por otro lado, también podemos ver reflejado en Heracles como Héroe o Semidiós que compartía tanto la naturaleza divina de su Padre como la humana de su Madre.


Digamos que la Trinidad, en el Cristianismo, surge de los politeístas conversos al nuevo monoteísmo, como una suerte de añoranza a la Cultura recién abandonada; eso sí, envuelta en un algoritmo muy poco racional.


Voy a ponerles un ejemplo que todos ustedes entenderán. En las culturas latinas, todas las personas llevamos con nosotros un nombre propio, que nos define como individuo, y dos apellidos, generalmente diferentes, y heredados de nuestros padres. Así yo me llamo Antonio, Ruiz, Alba. Así, a pesar de todo, alguien que no fuese de nuestro entorno ¿podría pensar que se trata de tres personas diferentes? Entiendo que no, aunque fuese difícil de entender.


Antonio Ruiz Alba es un único individuo y su Nombre y Apellidos representa una Condición más que un Ser: Antonio es el nombre con que se nos bautizo y los apellidos significan que soy Ruiz por parte de Padre y Alba por parte de Madre; dicho de otro modo, ofreciendo mi nombre completo estoy compartiendo, con el Mundo, mi genealogía más cercana; pero a nadie se le ocurre pensar que en mi conviven tres personas diferenciadas, un Antonio, un Ruiz y un Alba.


Cuando en el Cristianismo se habla de Dios, que sabemos único y dentro del cual todo existe, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, sucede otro tanto de lo mismo (ya, nos consta que la Teología dice otras cosas; pero lo obviamos por irracional) Dios solo hay Uno y del mismo modo que en la Tradición Judía se habla de los nombres de Dios, así debemos de entender a las tres personas de la Trinidad, como características diferenciadas, siendo Dios Uno, tanto el Padre que idea la Creación, como la Madre en la que se gesta la Creación como el Hijo, la Criatura y que es la propia Creación; que la figura del Espíritu Santo haya sustituido al natural de la Madre, tiene todo el sentido del mundo visto desde una Cultura netamente patriarcal y donde la mujer solo mantenía una importancia testimonial.


Con el Tiempo, el Tema de la Trinidad o características principales de Dios fue complicándose teológicamente de una forma tan extraordinaria que terminaría perdiendo su verdadero significado para tomar otro completamente diferente e imposible de explicar, convirtiéndose así en lo que se conoce como Misterio. Por cierto, la Iglesia, en el transcurrir de su Historia, desde su concepción por parte de los padres de la Iglesia, ha ido coleccionando una ingente cantidad de esos misterios para los que no existe explicación Humana posible. La Trinidad, en ese sentido, juega en la misma Liga.


La verdadera Trinidad Cristiana y que puede ser aceptada por todos los cristianos, independientemente de su Confesión, es la definición de un Único Dios, (lo único que en realidad hay en Verdad) que se refleja a sí mismo, como dualidad, dentro de sí mismo, como Espíritu Santo, (La Madre) con el fin de servir como receptáculo de gestación para algo completamente nuevo El Hijo, y que no es otra cosa que la manifestación en el Plano Físico de lo preexistente en el Mundo de la Ideas; es decir, del Éter que conforma la Esencia única de Dios.


Del mismo modo que podemos decir que la Unidad de Dios se multi manifiesta de forma cuasi infinita, así su manifestación básica se puede simplificar, aún manteniendo la misma esencia, en tres formas diferenciadas; pero que no dejan de ser más que una misma.


Dios, el Pleroma, es el Padre que idea la Creación; es decir, la manifestación de la ideas eternas y presidentes en su Cuerpo, el Éter.


Dios, el Pleroma, también es el Espíritu Santo (La Paloma y la Lengua de Fuego), la Madre; es decir, el Crisol donde se desarrollará dicha manifestación y que no es algo que sea foráneo y externo, sino que se produce dentro del mismo seno de Dios, el Eter, Cuerpo de Dios, que también contiene a las ideas Eternas.


Dios, el Pleroma, también es el Hijo Eterno, manifestado como creado y reflejo del Mundo de las ideas gracias al Crisol de la dualidad de la Madre y del poder engendrador de la Voluntad del Padre. El Hijo es el resultado tanto de la ideación del Padre como de la maceración dentro del útero de la Madre y, aún así, el Hijo, la Creación no es algo nuevo pues siempre ha existido en forma de Idea en la Esencia eterna de Dios el Pleroma.


Así, para entendernos, podemos decir que aún existiendo un solo Dios, la Cosa denominada Pleroma, podríamos decir que cumple con infinidad de matices distintos y que esos matices pueden resumirse en tres:


Idea o Voluntad

Gestación o Maceración

Resultado o Manifestación


Todo ello, como una sola Cosa comparten la única Esencia que es el Pleroma, el Éter, de donde surge todo.


Aralba R+C