viernes, 13 de mayo de 2022

Lección 81, Octavo Grado, Tercera Orden

 "El Ser Humano es un Campo de Batalla entre dos mundos"


-La soldadura siempre imperfecta-


Cuando un perro ve un automóvil moviéndose, ¿Que podría creer estar viendo? Póngase, por un instante, en el lugar del perro. El ve un bicho más grande que él y que rueda en lugar de andar y de cuyo interior surge un parásito que se mueve sobre las patas traseras. Ese bicho huele a metales, goma y aceites; sin embargo su ocupante a sudor y otros productos bioquímicos parecidos a los de su propia Especie.


El Perro de nuestro Cuento no es capaz de comprender que el automóvil solo es un objeto construido por los hombres. En su pequeña mente, estad seguros, piensa que el Auto tuvo, al menos, una mamá Auto, aunque él nunca la haya visto. Hay algo que no termina de comprender y es ¿Por qué cuando sale el parásito de su interior el "Bicho Auto" queda dormido? Quizá, sienta que ambos, el bicho y el humano, conforman una suerte de simbiosis y que el Bicho Auto necesita a su parásito humano para poder vivir.


Palabras del Apóstol Pablo:


"Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así pues, soy yo mismo quien con la razón sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado."

(Romanos 7, 15-24)


Igual que en nuestra analogía del "Bicho Auto'' en simbiosis con el Animal Humano, así sucede con el Ser Humano propiamente dicho; dado que está conformado por dos seres completamente diferentes y pertenecientes a dos mundos que, salvo él mismo, nada poseen en común. Un Ser Divino, Inteligente, consciente y con razón y voluntad y otro de materia y con deseos propios de éste Mundo. A esos deseos es a lo que Pablo denomina "el Pecado". Pecado que siempre, de un modo u otro, está relacionado con la Carne; es decir con el Cuerpo.


La Consciencia del Espíritu viene a ser como el Humano que conduce el Auto, siendo éste algo así como el Cuerpo del conjunto simbiótico y necesario para moverse por el Mundo de carreteras, autovías y autopistas. El Auto no puede vivir en el interior de las casas de los humanos, del mismo modo que el Humano no debe de circular por las carreteras salvo que desee ser atropellado.


Como dijimos en una Reflexión anterior, el conjunto del Alma constituye la interfaz que comunica al Ser con su vehículo de manifestación. En el Auto esa Interfaz estaría constituida por los instrumentos de mando; es decir, el volante, el embrague, el freno, el acelerador y el cambio de marchas. Del mismo modo que estos determinan el comportamiento, personalidad, de nuestro vehículo, así los egos conforman la Personalidad,  y cuya ubicación se encuentra en el Alma. Un Alma que en parte es material y mortal y en parte es espiritual e inmortal.


Pues bien, del mismo modo que pueden producirse fallos en la conducción del Auto por falta de pericia en la utilización de la Interfaz que comunica con el conductor, así la comunicación del Espíritu con su Cuerpo tampoco será perfecta y no por el Espíritu sino por la propia naturaleza de su vehículo corporal en éste Mundo.


Así puede entenderse que esa soldadura de dos materiales diferentes que es lo que conocemos como Alma, nunca será perfecta y, por lo tanto, mostrará innumerables defectos. Unas veces más y otras menos.


Es por dicha causa, que sea imprescindible la transfiguración, mediante el Proceso de Cristificación, para que el Espíritu pueda llevar consigo, a su Hogar de origen, tanto la memoria de lo vivido de la vida como la propia consciencia inherente a dicha memoria, en tanto que Pablo también nos dejó dicho:


"Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción."

(Primera de Corintios 15:42-50)


Aralba R+C