domingo, 15 de mayo de 2022

Lección 83, Octavo Grado, Tercera Orden

 "¿Conocerse a sí mismo?"


-¿En qué consisten los Topes?-


Se dice que en el frontispicio del Templo de Delfos había una Frase Lapidaria "Hombre conócete a ti mismo", la misma que Miguel Ángel plasmó en la fachada de su Pintura "La Academia de la Filosofía", donde retrató a una gran parte de los filósofos griegos, encabezados por Platón.


Sin embargo, Sócrates se pasó diciendo, toda la Vida "Solo sé que no sé nada"; existiendo así una suerte de contradicción, en tanto que si en realidad no sabía nada, era imposible que, como el más grande filósofo de todos los tiempos, pudiera conocerse a sí mismo, salvo que se tratara de una frase retórica; en éste caso, además, una mentira o quién hablaba no era el Ser sino la Personalidad.


Somos muchos los que, de tanto en tanto, solemos decir "yo no miento porque no aprendí a mentir"; pero lo cierto es que, de forma inconsciente, venimos mintiendo a cada instante y esto es así porque, según el Cuarto Camino, es la naturaleza de nuestra Personalidad.


Dado que es harto complejo explicarlo, lo mostraré con un ejemplo: Dando por sentado que nuestra supuestamente monolítica Personalidad está constituida de un innumerable número de egos, yo por ejemplo, que me dirijo a vosotros con estas palabras, no soy el mismo todo el tiempo y eso me conduce a continuas contradicciones. Quien se dedique a escribir sabe de lo que estamos hablando, pues a menudo nos sucede que tras corregir un texto reciente nos enfrentamos con frases que nos hace preguntarnos "¿Como he podido

 yo escribir tal cosa"? Eso sucede debido a ese relevo continuo de los egos y que, desde hace tanto tiempo les venimos hablando.


Un ego es como un mini microcosmos en miniatura; es decir, una perfecta individualidad. Saben de lo que estamos hablando, en tanto que los humanos nos consideramos microcosmos o individualidades netas, aunque eso sea, en realidad, una mera ilusión. Cada ego se comporta y se comunica respecto a su punto de vista individual y cuando ese ego es relevado por un segundo ego, éste continuará con lo comenzado por el primero, también, desde su propio punto de vista, surgiendo así las propias contradicciones. Por lo tanto, de forma inconsciente, no solo engañamos, sin querer, a los demás, sino también a nosotros mismos.


Entonces les surgirá la pregunta del por qué mis escritos, por regla general, poseen cierta coherencia y continuidad libre de contradicciones. Esto sucede porque existen un tercero, cuarto o quinto egos que tras revisar los textos, al hacerse esa misma pregunta que nos hicimos al principio, "¿Como he podido escribir esto?", simplemente, corrige lo escrito limando las asperezas y dando una apariencia de continuidad y coherencia. Y bueno, en ésto tienen mucho que ver esos topes de los que nos habla el Cuarto Camino de Gurdjieff y que, nosotros hemos sustituido por ese fluido gelatinoso que introdujimos en el bote de canicas de Mouravieff y del que hablamos en la anterior lección.


Cada ego de los que constituyen nuestra Personalidad, con el paso del tiempo, se va cubriendo por una suerte de aura y que le sirve de amortiguador ante los bruscos contactos con los otros egos de su entorno. Exacto, el fluido viscoso de nuestro bote de canicas. La Personalidad, mal denominada Ego o Yo, no es una individualidad sino un conjunto, "in crescendo" durante la Vida, de yoes o egos chiquitos. 


En el comienzo de nuestra vida son prácticamente inexistentes y conviven con nuestro Ser Esencial, la Chispa de Espíritu; pero conforme pasa el tiempo, van creciendo en número formando una suerte de férrea costra alrededor de ese Espíritu Simiente, del que nos hablan los Rosacruces, quedando así encerrado en una suerte de Prisión inexpugnable que se va haciendo, con el transcurrir del tiempo, más y más grande.


Pues bien, esos topes de los que habla el Cuarto Camino, son la membrana de la que cada ego se recubre para proteger su natural individualidad para así no entrar en conflicto con sus vecinos inmediatos. 


De no existir esa membrana, los cambios de relevo entre los egos serían muy bruscos, dando la sensación clara, a la Personalidad, de la existencia, dentro de sí, de una Personalidad múltiple y que se reflejaría, externamente, como una terrible patología de la Personalidad y que en el pasado se achacaba a la posesión de la Persona por    legiones de demonios.


Por lo tanto, esos topes sirven para dos cuestiones aparentemente contradictorias, preservar la individualidad de cada uno de egos y prevenir conflictos durante el continuo relevo de los egos. Cuando esa membrana se rompe se produce el conflicto, dándose entonces una lucha feroz, entre los egos, por ocupar el puesto protagónico.


Explicado como está constituida la Personalidad por múltiples egos y como se relacionan entre ellos, mediante los topes, para aparentar una unidad monolítica, es casi imposible considerar que algún Individuo o Personalidad pudiera conocerse a sí misma.


Visto que la Persona, constituida por egos, no puede conocerse a sí misma, salvo su realidad general de la imposibilidad de poder conocer algo, ¿A que se refería la Frase del Templo de Delfos "Hombre Conócete a ti mismo"?, Al Hombre verdadero, al Ser esencial, al fruto del Espíritu Simiente o Chispa de Espíritu; en definitiva, a Cristo, el Niño Dios u Hombre Celeste. 


Solo tras descubrir, por consenso, la Personalidad su incapacidad de conocerse y sobrevivir, como colectivo, por sí misma es que se rinde a la evidencia permitiendo el florecimiento del capullo de rosa del Corazón. El niño Dios ha nacido; se le ha permitido al Yo esencial, al Ser verdadero, escapar de la cárcel en la que se encontraba enclaustrado. A partir de aquí, estamos dibujando el Proceso de Cristificación, la propia Personalidad se sacrifica alimentando con la esencia de sus yoes al recién nacido y lo coloca en el Trono del Corazón. Conforme los yoes van siendo asimilados por el Ser Interno, éste va adquiriendo la información y consciencia de cada uno de ellos. Cuando el proceso finaliza, ya no queda yo alguno ni, por lo tanto Personalidad. Todo lo que era la Personalidad está ahora asimilado por el verdadero Ser, Yo esencial que primaba en el bebé antes de transformarse en la Legión de yoes que conforman la Personalidad. El Nuevo Ser, cuyo Espíritu era, antes de renacer, omnisciente y preexistente, ahora también conoce la totalidad de lo que era como Persona antes de la transfiguración, de nuevo, en el Ser Eterno e Inmortal que ahora es y que nunca dejó de ser. El Hombre, el verdadero, ahora sí se conoce a sí mismo. La mentira ha dejado de ser y la Verdad reina en el nuevo Ser.


Aralba R+C