domingo, 25 de septiembre de 2022

Lección 121, Octavo Grado, Tercera Orden

 "Virtudes teologales"


-Fe, Esperanza y Amor (Caridad)-


"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."

(1a de Corintios 13:13)


El Nombre de "Virtudes Teologales" es una creación de la Iglesia y, por lo tanto, se trata de una construcción teológica; una construcción, no obstante, que está basada en conceptos bíblicos, especialmente, del Nuevo Testamento. Bien, estos conceptos son perfectamente gnósticos y cristianos de gran importancia; pero, al contrario de lo que dicen la Iglesia y sus teólogos, no son virtudes, en el sentido de actitudes morales, sino características inherentes a la propia naturaleza humana; una naturaleza cuyo origen es plenamente divino.


Sobre estos conceptos ya hemos trabajado largo y tendido; pero no está mal que, de vez en cuando, los repasemos con el fin de fijarlos en nuestra Mente.


Tanto la Fe, en tanto que Gnósis espiritual, como la Esperanza, como una ilusión provocada por una extraña añoranza y el Amor que no es otra cosa que un poderoso sentimiento de cohesión con el resto de nuestros hermanos y con el mismo Universo, no son cosas externas que puedan aprenderse sino atributos internos que cada uno, por sí mismo, debe de descubrir con el fin de encontrar el Camino de retorno al Hogar Celeste.


La Fe, como ya sabemos, es el Conocimiento oculto y los recuerdos olvidados que nunca han dejado de estar con nosotros; pero que debemos de recordarlos y ser traídos, desde el interior, a la consciencia de nuestra actual realidad. Sin la Fe, es imposible que podamos encontrar nuestro Camino particular y que nos conduzca a la salvación; siendo el término salvación un mero sinónimo de descubrir y salir del erróneo camino por el que la Vida, de forma automática, nos conduce a diario.


La Esperanza está sustentada en la Fe y no deja de ser otra cosa que el tener una poderosa Ilusión de que todo va a salir bien para nosotros como individuos y para nosotros como colectivo en el Universo. Aquí la palabra "Ilusión" no la utilizamos como algo ilusorio y mayestático; es decir, ficticio, sino como algo que nos incentiva a seguir viviendo y a trabajar por mejorar como personas. Solo una Persona, consciente de sí misma; es decir, de sus fortalezas y debilidades. Esa Ilusión, esperanza, es tan potente dado que está basada en un verdadero conocimiento innato y no aprendido, la Fe.


La tercera pata de nuestro banco vital, el Amor, la Caridad como lo llama la Iglesia y sus catecismos, es junto con la Fe y la Esperanza el Camino trifásico que nos conducirá a la Luz; es decir, a la Verdad que, al presente, se nos oculta; pero como se dice en el Nuevo Testamento, el Amor es el principal Atributo que nos puede conducir a la Salvación por encima de la Esperanza y de la propia Fe que, como ya hemos visto, es una condición esencial e ineludible para la salvación; en tanto que tanto la Fe como la Esperanza están supeditados a la Naturaleza de Dios, el Amor.


Lo cierto es que estos tres atributos no surgen uno detrás de otro sino que son simultáneos; es decir, la Fe es consustancial con el hecho de poseer Esperanza y de tener Amor. La Esperanza, la verdadera, no podría existir si no se tuviera Fe ni se poseyera Amor. Del mismo modo el Amor no podría mostrarse sin conocer la Esperanza ni experimentar la Fe. Digamos que tanto la Fe como la Esperanza y la Caridad (en tanto que consecuencia) son los tallos simultáneos de una misma planta, Dios, el Amor.


Tenemos Esperanza en que todo saldrá bien, en el futuro, porque conocemos de primeras mano, tenemos Fe, en que el Amor como sustancia fundamental del Pleroma, siempre saldrá triunfante y que ese definitivo triunfo solo es una cuestión de tiempo. Por lo tanto, la Esperanza siempre está basada en la Fe inquebrantable de que si persistimos en el Amor cohesivo e Incondicional, el único Amor posible, Cristo mismo, todo saldrá como está escrito y debe de ser.


El Amor, por otro lado, es lo que permite, no solo que el Universo no se desestructure sino también que nuestra Fe sea verdadera y no sea un concepto muerto, sin vida. Las buenas acciones que deben de salir de forma automática y natural, la Caridad, son consecuencia de nuestra íntima comunión con el Amor de Dios.


La Fe muerta como concepto teórico puede resultar admisible; pero en realidad, como hemos visto, no es posible en tanto que la Fe es inherente con el Amor y con la Esperanza.


Así, vemos que la Fe tiene relación con el Conocimiento espiritual no aprendido; que la Esperanza es la fuerza de voluntad soportada por la certeza de cual es nuestro Destino y que el Amor es la única Fuerza del Universo de la que se desprenden todas las demás; en tanto que Dios es Amor y el Amor es Dios, el Pleroma o la Totalidad de la Suprema Inteligencia Consciente del Todo.


Llámese como se desee, virtudes dicen los teólogos, a estas tres características imprescindibles de todo Cristiano verdadero; pero debe de saberse que la Fe, la Esperanza y la Caridad no son cosas que puedan ser aprendidas sino que deben de habitar, previamente, en nosotros y que se manifestarán, de forma simultánea, en el momento en que la Personalidad se rinda a la evidencia de que ella no es nada y descubra que solo es la montura que cabalga Cristo, y a quien debe de entregarse sin concesiones y obedecer con extrema humildad.


Aralba R+C