sábado, 29 de octubre de 2022

Lección 143, Octavo Grado, Tercera Orden

 "Hablando del yo con propiedad"


-¿Quien le pondrá el cascabel al gato?-


Quienes nos siguen desde hace años conocen que tenemos una cruzada personal, por el lenguaje, respecto a cómo se habla del yo, del ego. Cada vez que leo en la Red o en algún libro que al ego hay que frenarlo, destrozarlo, freírlo si hace falta, matarlo, fusilarlo o desintegrarlo es que me Chirrían los oídos y no es porque no haya que hacerlo, que sí; sino por la forma en que esto se trata, porque ¿Quien o quienes pueden destronar al ego o yo?, ¿Acaso el Ego o Yo superior?, Eso es literalmente imposible porque el Espíritu (Eso son el Ego o el Yo) se encuentra profundamente dormido y viviendo en otro lugar, completamente ajeno a éste Mundo; de hecho, el autodestronamiento del ego es un acto progresivo que se produce justo cuando el Yo o Ser Interno acaba de despertar. Entonces, díganme ustedes ¿Qué rata le pondrá el cascabel al Gato del ego?


… Les dejo pensando un rato…


No existe tal rata; en tanto que el ego, la Personalidad, mientras no se produzca el Nuevo Nacimiento, está terriblemente solo. No hay quien lo pueda deponer externamente o internamente, dado que quien realmente podría hacerlo, se encuentra viviendo el Sueño de los justos; vamos, que nada va con él y su plácida experiencia en el Pleroma.


Solo el gato puede ponerse el cascabel a sí mismo. Solo la Personalidad, en un momento determinado de su vida, habiendo tocado fondo y techo, puede decidir por sí mismo el despertar al Pasajero que lleva en su interior y darse él mismo en sacrificio para que éste nazca primero, crezca después y, por último, se siente en el Trono de la Vida. Sí, cuando esto suceda, el ego habrá dejado de existir, se habrá destruido, habrá muerto, fenecido, etc, etc…


Espero que nuestros amigos entiendan lo que tratamos de comunicarles; en tanto que es impropio decir, por ejemplo "Tengo que dominar mi ego", "Tengo que luchar contra mi ego" o "Tengo que rendir y vencer a mi ego". No hay nada ni nadie que pueda luchar, rendir, vencer o dominar al ego, salvo el ego mismo; esto es así, porque no hay otro que pudiera hacerlo.


Lo lamentable es que esa forma de expresarse, tendente a la confusión, es utilizada dentro de todas las organizaciones esotéricas. Es utilizada por personas que, supuestamente, se encontrarían en un elevado punto iniciático y que se dedican a escribir libros, artículos en revistas especializadas y a comunicar en Internet mediante las redes sociales.


Ya, ya sé que me dirán que se trata de una mera forma de expresarse y que todos nos entendemos; pero eso no es cierto y por ello es tan importante que nos expresemos con propiedad: ¡Al ego no hay nadie que pueda descabalgarlo de su trono!. Solo él puede abandonarlo, de forma voluntaria, cuando descubra, por sí mismo, que es lo mejor que podría hacer, en tanto que él, como Personalidad, no posee futuro alguno después de la muerte. Con la muerte, caput, desaparecerá para siempre.


Si la Personalidad, el ego, el yo, es capáz de entender lo que eso supone podrá rendir a su instinto de supervivencia para colocarlo al servicio de una causa mayor: el Renacimiento, el Nacer de Nuevo, la Cristificación en busca de la transfiguración; en definitiva, la muerte de la Personalidad en el proceso de Renacimiento del Ser y ese proceso funciona del siguiente modo "Yo muero para dejar que Tú vivas" y donde ese yo es el ego y ese Tú es el verdadero Ser Interior, el Pasajero de la Personalidad.


Pido disculpas a aquellos que llevan, ya, algunos años siguiéndonos pues entiendo que pueda resultar aburrido, el escucharnos siempre decir lo mismo.


Claro que el ego debe morir pero no sé trata de un asesinato sino de una suerte de suicidio, la conocida como Endura; en tanto que es el propio ego el que debe de acabar con su propia vida, no un agente externo o interno que no existen; sobre todo el interno, en tanto que no existe alguna posibilidad de que un recién nacido acabe con la vida de un adulto.


Es cierto que cuando se produce el despertar; es decir, se ha comenzado a iniciar el Camino, se produce una gran batalla interna entre seguir el Camino del Renacimiento impulsado por el Nuevo Nacimiento, su comienzo, o el del inmovilista suicida que intenta mantener que nada cambie. Suicida, en el sentido de conocer, el yo, que si intenta mantenerse vivo morirá irremisiblemente por siempre y para siempre; pero que si se sacrifica por el nuevo recien nacido, el Espíritu, existen muchas posibilidades de ser rescatado de la muerte, al menos, tanto el contenido de su memoria como su consciencia de haber vivido, haber existido.


Aralba R+C