domingo, 7 de noviembre de 2021

Lección 21, Octavo Grado, Tercera Orden

 "Desearía conocerlo"


-Mejor no, quedaría decepcionado-


Nuestro Maestro Nau, elevado a mejor vida, a pesar de su magnánima erudición poética siempre evitó el darse demasiado, en persona, a los otros, porque entendía, de forma correcta, que la Imagen que los demás ven de nosotros suele quedar distorsionada por algún tipo de visión romántica que solo existe en la mente del observador.


Como humanos que somos, somos imperfectos y por mucho que intentemos dicha perfección, es algo que jamás podríamos alcanzar; de hecho, mientras más nos elevamos en esa escala de perfección, por contraste, los naturales defectos quedan magníficados, del mismo modo que sucede con las manchas solares en la superficie de nuestro Astro Rey. En realidad, ni existen tales manchas ni son oscuras; pero ante nuestra observación lo parecen debido al tremendo contraste de la cegadora luminosidad que las rodea.


Además, en la mayoría de las ocasiones, ciertos defectos jamás salen a relucir hasta que nos encontramos en determinados ambientes o confrontados ante ciertas circunstancias o personas.


Es por ello y, dada nuestra creemos que dilatada experiencia, no es la mejor idea del mundo que una Institución Espiritual como el "Colegio Invisible de la Rosacruz", salga de su secreto e invisible entorno; pero mucho menos, aún, aquellos que formamos parte de Él.


Los seres humanos solemos idealizar o todo lo contrario, a aquellas personas o instituciones que, por una causa u otra, nos interesan. Este es el motivo por el que, salvo que se estuviera ante la posesión de un elevado nivel de Luz, es mejor mantenerse en la penumbra con el fin de que la gente no saque conclusiones apresuradas y equivocadas de uno.


Cuando nos miramos en el espejo vemos una imagen y creemos, de forma equivocada, que esa imagen es la que ven los otros y no es así, del mismo modo que nuestra voz grabada en un magnetófono no nos suena igual a nosotros que a la gente que pudiera escucharla.


Hay gente que se enamora de uno por la presencia física, otra por el nivel intelectual o la supuesta espiritualidad desprendida; pero debemos de tener en consideración que solo se trata de apreciaciones subjetivas distorsionadas por el reflejo del espejo que es nuestro ilusorio mundo material, compuesto de partículas subatómicas condensadas.


De tal modo idealizamos a las personas que esperamos de ellas cosas que no pueden dar. Es como observar un hermoso castaño en la lejanía pensando que nos dará unas jugosas mandzanas; pero resulta que cuando nos acercamos a él, comprobamos que no hay manzanas sino solo castañas.


Es importante tener en cuenta que la gente no puede decepcionarnos, somos nosotros quiénes nos decepcionamos a nosotros mismos respecto de los otros, por el mero hecho de esperar de los demás aquello que no nos pueden dar.


Es por dicha causa que los maestros externos siempre terminan "decepcionando" a sus discípulos, salvo que estos se encuentren en un estadio tan elevado como el de su maestro y, esto, en general, no suele darse. Un Discípulo jamás debería "decepcionar", a un verdadero Maestro, pues se supone que éste último se encuentra por encima de las visiones parciales y subjetivas del común de los mortales.


Es por ello que se dice "El Maestro aparece cuando el Discípulo se encuentra preparado. Siempre que se producen tales decepciones es porque los supuestos discípulos no se encuentran, a pesar de su percepción equivocada, preparados.


Por favor, no exijas que tus deseos se cumplan pues podrías llevarte una muy desagradable sorpresa con esas personas que idólatras sin realmente conocerlas en persona o íntimamente. No siempre la imagen que ofrecemos a los demás es la verdadera. De hecho, por lo estudiado, conocemos que no existe esa única imagen verdadera sino muchas que se van relevando dependiendo de nuestros interlocutores y es, por dicha razón, que no puedan vernos dos personas de un mismo modo; pero, no seamos ilusos, a nosotros nos sucede exactamente lo mismo y es por lo que debemos de ser prudentes a la hora de prejuzgar, en nuestro interior, a quienes tenemos delante.


Cada individuo no es sólo él sino que va acompañado de unas determinadas circunstancias.


Alguien puede parecernos, no sé, por su erudición mismamente, una persona afable y cercana, cuando podríamos llevarnos la sorpresa de que, por el contrario, nos resulta arisca y de difícil trato. Bien, esa podría ser una primera impresión; pero si le damos una oportunidad y terminamos acostumbrándonos a su especial forma de ser, quizá, solo quizá, podríamos llevarnos la agradable sorpresa de estar ante un Ser Luminoso qué esconde su verdadero Ser detrás de una túnica de espesa negrura.


Por lo tanto, mis amigos, no pidan conocer a alguien, ya, por el mero hecho de que han creado en sus mentes una imagen idealizada de alguien. Dejen pasar el tiempo para que puedan acostumbrarse a sus defectos y cuando se vean capaces de disfrutar de dichos contrastes, soliciten su entrevista.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C